Los problemas de salud inundan el Tribunal de Faltas capitalino. No se trata de una epidemia. Son los argumentos que dan todos los días los conductores sancionados por faltas en tránsito. "Estaba muy apurado por llegar al médico", "tenía que conseguir rápidamente un remedio, no podía esperar el semáforo", "hablaba por celular porque era una emergencia" son algunas de las frases que escuchan una y otra vez los jueces de faltas.
Unas 5.000 multas de tránsito llegan cada mes al Tribunal, según destacó el presidente del organismo, Marcos Alzabé. Muchos de los infractores ni siquiera se acercan hasta la repartición. Los que sí eligen hacer un descargo son alrededor de 10 por día. De ellos, siete niegan haber cometido la falta y protestan por la sanción recibida, comentó Alzabé. Las sanciones más comunes: pasar el semáforo en rojo, estacionar mal y hablar por celular mientras manejan.
"Al tucumano le cuesta mucho aceptar que violó una norma de tránsito. Son muy pocos los que llegan y pagan por la infracción, sin reproches", recalcó. "De todas formas, todos tienen derecho de hacer un descargo ante el juez, quién luego resuelve la causa", dijo. "Un acta de infracción es una semiprueba, hasta que el infractor demuestre lo contrario. Hay faltas en las que el inspector puede parar al conductor y advertirle que no respetó las normas y otras en las que es imposible. Por ejemplo, si alguien pasa un semáforo en rojo. Por eso las personas tienen la posibilidad de demostrar lo contrario: que no estuvieron en ese momento y en ese lugar", destacó. Y señaló que para evitar dudas, el municipio prepara un sistema de fotomultas que se colocará en los semáforos. De esta manera, tendrán pruebas gráficas de las faltas.
"La gran mayoría de los infractores cuestiona las multas. Siempre justifican su falta y les cuesta aceptar que no respetaron la ley, incluso cuando el alcoholímetro les está mostrando que bebieron mucho más de lo que podían", señaló el director de Transporte de la provincia, Roberto Viaña. "Es común que, al ser multados, digan que no se dieron cuenta, que iban al hospital o la farmacia", precisó.
Los agentes de tránsito reconocen que la tarea de poner multas es muy ingrata en las calles tucumanas. "Nos odian. Para los conductores, la transgresión es la norma. Es tan difícil trabajar aquí", indicó María Julia, que dirige el tránsito en el centro. La inspectora reconoce que las coimas que la ciudadanía y que involucran a los varitas afecta el respeto de la ley. También cree que cada vez que se labra un acta se tiene que hacer una tarea de concientización. "Pero no es fácil; esto sale muy caro porque exige un trabajo de comunicación entre los agentes. El que sanciona le tiene que avisar a otro, que está más adelante, para que detenga al infractor y le avise sobre la multa", detalló.